SAN MARINO - RIMINI

Hola de nuevo!!!

Hoy visitamos un país dentro de otro país, y una ciudad que o vas de marcha o poco que hacer tiene, sabéis cual es cual, no?. Esta fue una excursión que hicimos cuando unos amigos vinieron a verme a Bolonia.

San Marino, una República, similar a Andorra en cuanto a compras, ya que allí no pagas impuestos, aunque tampoco se notaba tanto, o que no íbamos a comprar y no nos fijamos tanto en los precios. Está entre las provincias de Emilia-Romagna y Le Marche. Básicamente consta de una montaña, no recuerdo su nombre, paro vamos, que buscándolo en algún buscador sale seguro, esta montaña pasa los 700 metros de altura, y como alrededor no hay mucha orografía similar, destaca, y desde la parte alta de la montaña se puede ver perfectamente el mar Adriático. Nosotros fuimos a principio de noviembre, y aún no apretaba el frío, pero con el cambio de altura, hacía más frío y viento que a nivel del mar, rondaba los 9-10º C.

Para llegar a San Marino no fue muy complicado que digamos. Tomamos un tren, el mejor transporte en Italia para mi, a menos que las distancias sean considerables y se deba tomar un avión, y en una hora y veinte minutos estábamos en la estación de trenes de Rimini, no recuerdo exactamente el precio del billete pero rondaba a los siete euros, luego si sales de la estación y cruzas la calle, te chocas de frente con un restaurante de comida rápida, de estos conocidos, pues justo en la puerta sale el autobús que te deja en la parte alta de San Marino, subiendo la montaña. Su precio ida y vuelta son 8€ por persona, y tarda unos 40 minutos, en la parada pone un cartel con los horarios de salida y llegada. Así que nada, una vez montados en el bus, a esperar que llegara arriba.

Una vez arriba, la ciudad es preciosa, de estilo medieval, se nota el nivel económico alto que tienen, tanto en las marcas de sus tiendas, como en el estatus de la gente de allí, como en la tranquilidad y limpieza de sus calles.

Nos guiamos por lo que nos dijeron en la oficina de turismo a la hora de visitar San Marino, siguiendo el itinerario que nos marcaron. Partimos desde la Porta San Francesco hacia el centro histórico, pasando por la puerta del museo del Estado, que fue el último sitio donde entramos, porque no sabíamos como iríamos de tiempo. Siguiendo por la calle de donde veníamos nos encontramos con una especie de cantera antigua, hasta que llegamos al mirador del "Cantone"; se ve desde los Apeninos hasta el Adriático, está justo donde te deja el funicular. Tras admirar las vistas, llegamos a la Piazza della Libertà, con una estatua en el centro, que la verdad no sabía quien era, lo que hace la ignorancia...

Cogiendo una calle en pendiente se llegaba a un par de iglesias, la Basílica del Santo y la Iglesia de San Pietro. Ya desde aquí nos dirigimos a ver la primera de las tres Torres que hay. La primera Torre se conoce también por Guaita, ha estado reformada, antes albergaba la sede de Guardia de la Roca, aunque ahora ya no desempeña ese papel, te puedes hacer unas fotos interesantes. De la primera a la segunda torre, se va por Passo delle Streghe, otro de los innumerables miradores de los que se puede disfrutar. En la segunda Torre, o Cesta, se puede visitar el Museo de Armas, que la verdad está genial, y como no suele haber mucha gente lo puedes disfrutar tranquilamente. La tercera torre no la visitamos, no se podía entonces, aunque creo que no se puede nunca. Para visitar las torres por dentro hay que pagar 4,5€; para nosotros valió la pena.

Desde las torres, bajamos a la piazza Garibaldi, donde estaba su estatua, esta si la conocíamos. Donde entramos a la Azienda Filatellica e Numismatica. Volvimos a Porta San Francesco, donde habíamos empezado la visita. Como íbamos bien de tiempo visitamos el Museo del Estado.

Una vez vistos los monumentos que queríamos, llegó el momento friki si lo queréis llamar así, pero buscaba las codiciadas monedas de euro de San Marino, y pagando en las tiendas no tuvimos ni una, así que nos pusimos manos a la obra para conseguirlas. En cualquier tienda de souvenirs se pueden encontrar pagando un poco más del valor de la moneda. Yo me hice con una serie de todas las monedas, menos la de 2€ y la de 10 céntimos, que se ve que son las más codiciadas. Por una moneda de 2€  nos dijeron que se llega a pagar unos 50€, y por las de 10 céntimos algo menos, pero demasiado. Tras las compras pertinentes y algún paseo para ver más la ciudad, al anochecer bajamos a Rimini, donde haríamos noche para ver la ciudad tranquilamente.

En Rimini, lo cierto es que poco hay que ver, un par de iglesias, la plaza del duomo, con la catedral, todo bastante corriente la verdad. Si por algo destaca Rimini es por sus playas, sus hoteles y su ambiente de festivo, por algo es conocida como la Ibiza de Italia. Nosotros fuimos a principios de noviembre, y aquello parecía el desierto de las películas de indios y vaqueros. Pero en época estival todo cambia, cada hotel tiene su trozo de playa privada, un concepto totalmente distinto al de playa que conocemos aquí, pero bueno, ellos montan el negocio de esa forma y están acostumbrados. Al menos nos mojamos los pies en el Adriático...algo es algo!!!

Para acabar, en homenaje a mi querido amigo Pedro, un menú bastante típico que comimos en un restaurante en lo alto de San Marino; de primero unos tagliatelle, seguido de un buen filete a la brasa con patatas y pimientos, y una piadina, bueno, un trozo de pan también a la brasa. Para beber un vino tinto de la toscana, más bien suave, no como los rioja con aroma a barrica de roble.

Un saludo!

Aquí os adjunto la cámara de fotos más grande que he visto hasta el momento, en la playa de Rimini se la olvidaron...